La hez del mundo / Leonard Ravenhill

Publicado por Daniel Lopez | Etiquetas: | Posted On miércoles, 22 de diciembre de 2010 at 11:40


Por Leonard Ravenhill

¿Qué es la hez del mundo? (1.a Corintios 4:13). ¿Es la polilla social de la cual nace el sindicato del crimen? ¿Es el genio del mal operando en las esferas internacionales? ¿Es Babilonia? ¿Es Roma? ¿Es el pecado? ¿Es una legión de malos espíritus que llevan este repulsivo título? ¿Qué es...?



Un millar de suposiciones sobre esta pregunta podría traer un millar de respuestas diferentes, todas desacertadas. La verdadera respuesta es la misma antítesis de lo que podríamos esperar. Esta «hez del mundo» no son hombres ni demonios. No es lo malo, sino lo bueno —y no solamente bueno, sino lo mejor de todo—. No es material, sino espiritual; no es de Satanás, sino de Dios. No es la Iglesia, sino un santo. No es sólo un santo, sino lo más santo de entre los santos. «Nosotros los apóstoles —dice Pablo— somos la hez de este mundo.» Luego, para añadir injuria al insulto, eleva la infamia y profundiza la humillación, añadiendo: (Nosotros los apóstoles somos) «la escoria de todas las cosas» (1.a Corintios 4:13).

Cualquier hombre que se ha llamado a sí mismo «hez de la tierra» no tiene ambiciones y, por tanto, no tiene por qué estar celoso de nada. No se atribuye reputación; por tanto, no tiene por qué pelear con nadie. No tiene posesiones; por tanto, no tiene por qué preocuparse. No tiene derechos; por tanto, no tiene razón para sufrir agravios. ¡Bendito estado! Se considera muerto; por tanto, nadie puede matarle. En tal estado de mente y de espíritu, ¿puede alguien maravillarse de que los apóstoles transformaran al mundo? Que los creyentes ambiciosos de hoy día consideren esta actitud apostólica hacia el mundo. Que el popular evangelista viviendo al estilo Hollywood reflexione sobre sus caminos.


Lo que dolía a Pablo más que sus ciento noventa y cinco azotes, tres apedreamientos y tres naufragios, era la crítica contenciosa y carnal de la gente de Corinto. Esta iglesia estaba dividida por rivalidades carnales —y por dinero—. Algunos habían subido a las alturas de la fama y eran los primeros comerciantes de la ciudad. Por esto Pablo les dice: «Vosotros habéis reinado como reyes sin nosotros.» Considerad los contrastes de 1.a Corintios 4:8: «Vosotros estáis llenos, sois ricos, habéis reinado como reyes sin nosotros. Nosotros somos necios por amor de Cristo, débiles, despreciados...; andamos desnudos y vagabundos (vers. 11). Somos hecho un espectáculo al mundo, a los hombres y a los ángeles.»

No era difícil para Pablo, después de todo esto, declararse a sí mismo el menor de todos, pero, luego, Pablo dirige toda esta verdad contra aquellos cuya fe había perdido su enfoque. Estos corintios estaban llenos, pero no eran libres. (Un hombre que ha escapado de su celda no es libre aunque haya podido arrojar de sí la cadena.) A Pablo le dolía que ellos tuvieran sobreabundancia y él nada; se queja de que su riqueza les había traído flaqueza de alma. Ellos tenían comodidad, pero no cruz; eran ricos, pero no traían el reproche de Cristo. No les dice que no son cristianos, sino que están buscando un camino sin espinas para ir al cielo. Por esto añade: «Ojalá que reinarais.» Si ellos estuvieran reinando, sería porque Cristo habría venido: el Milenio habría empezado. Y Pablo termina: «Para que nosotros reinásemos con vosotros.»

Pero ¿quién quiere ser deshonrado, despreciado, desprestigiado? Esta verdad es revolucionaria y transtorna toda nuestra corrompida enseñanza cristiana. ¿Quién se goza en ser estimado necio? ¿Es fácil ver nuestros nombres pisoteados como cosa mala? El régimen ateo rebaja a los hombres, Cristo los levanta. El verdadero Cristianismo es mucho más revolucionario que dicho sistema (aunque sin ser sangriento). Los tractores del mismo han tratado de allanar los montes de la riqueza y llenar los valles de la pobreza. Pensaron que por medio de la educación podían «enderezar los caminos torcidos», pero un Acta parlamentaria o una variación política no pueden traer el Milenio.

Pablo dijo acerca del apostolado: «Pobres, pero enriqueciendo a muchos.-» Gracias a Dios la bolsa de Simón el Mago no atrae la atención del Espíritu Santo. Si nosotros no hemos aprendido todavía cómo tratar con «el Mamón injusto», ¿cómo nos serán confiadas las verdadaderas riquezas?

Así que Pablo, un hombre social y materialmente en bancarrota, catalogado entre la «hez del mundo», pudo entender que, como hez, tendría que ser pisoteado por los hombres. Aun cuando podía responder a los filósofos epicúreos en la colina de Marte, sin embargo, por amor de Cristo, estaba dispuesto a ser tratado como loco. En cuanto a Jesús, el antagonismo del mundo fue fundamental y perfecto.

Hermanos, ¿es esto lo que elegimos? ¿Hay algo que nos irrite más que ser clasificados entre los indoctos e ignorantes? Sin embargo, un humilde pescador escribió el Apocalipsis, que todavía confunde a los eruditos. Estamos sufriendo hoy día una plaga de ministros que se preocupan más de llenar sus cabezas que de encender sus corazones. Si un predicador tiene inclinaciones por la cultura, que obtenga sus grados antes de entrar en el ministerio, pues cuando se encuentre ocupado en una labor tan importante, 24 horas al día no le serán suficientes para llevar los nombres de su rebaño ante el gran Pastor y prepararles su alimento. El hecho es que las cosas espirituales tienen que ser discernidas espiritualmente (no psicológicamente). Ni Dios ni sus juicios han cambiado. Todavía es su prerrogativa «esconder las cosas de los sabios y entendidos y revelarlas a los niños». Y los niños, hermanos, no tienen intelectos colosales. La iglesia de esta hora se envanece a cada momento con los altos títulos de sus ministros, pero paraos un momento antes de envaneceros en la carne. Estamos teniendo una época muy baja en nacimientos espirituales. Y el diablo no se asusta hermano Apolos, de tu catarata de palabras elocuentes.

La línea de demarcación entre el mundo y el Cristianismo es bien distinta y significa descrédito. Los peregrinos de Juan Bunyan, pasando por la «Feria de Vanidad», eran todo un espectáculo. Su vestido, palabras, intereses y sentido de los valores se diferenciaban enteramente de la gente mundana. ¿Son así nuestras vidas hoy?

Durante la última guerra un general inglés dijo: «Tenemos que enseñar a nuestros hombres a odiar, pues si no odian no lucharán.» Hemos oído mucho (aunque no lo suficiente) respecto al amor perfecto, pero también necesitamos conocer el «airaos y no pequéis». El creyente lleno del Espíritu aborrecerá la iniquidad, la injusticia, la impureza y luchará contra todas estas cosas. Porque Pablo odiaba al mundo, el mundo odiaba a Pablo. Nosotros necesitamos también esta disposición a la oposición.

Stanley escribió su África oscura y el general Booth su Inglaterra oscura en medio de la más aplastante oposición. El primero vio los altos e impenetrables bosques con sus rugientes leopardos, sutiles serpientes y habitantes de las tinieblas. Guillermo Booth vio las calles de Inglaterra como Dios las veía, con su concupiscencia, pecado, juegos, prostitución, y levantó un ejército de Dios para combatir estas cosas. Nuestras aceras de enfrente son ahora nuestros campos de misión. No hagáis caso de la cultura y de las buenas maneras, pues una señora bien educada y de hablar suave puede estar tan lejos de Dios como una madre «Mau-Mau» vestida de hierba. Nuestras ciudades viven sumergidas en la impureza.

Un cristiano que llena su cerebro, noche tras noche, de cuentos de la televisión, llegará a tener un cerebro seco y un alma en bancarrota. Haría mejor de pedir a Dios que le quitara de este mundo, si está tan enamorado de esta edad licenciosa que la ceguera del pecado no arranca lágrimas de su alma. Cada calle de nuestras ciudades es un río de borracheras, divorcios, oscuridad diabólica y condenación. Si tomáis partido en contra de todo esto, no extrañéis, hermanos lectores, que el mundo os aborrezca. «Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo.»

Pablo declara rotundamente: «El mundo me es crucificado a mí.» Esto está fuera del alcance de los cristianos del siglo xx. El Gólgota fue testigo de multitudes que venían a ver la humillación de los malhechores que allí eran ejecutados. El lugar de crucifixión era un carnaval de burla y menosprecio. Pero ¿quién iba a la mañana siguiente a ver las víctimas? Solamente las águilas y los buitres para arrancarles los ojos y destrozar sus costillas. El espectáculo tenía que ser repugnante. Del mismo modo, Pablo, crucificado al mundo, era repugnante para el mundo.

¿Podríamos nosotros repetir interiormente, con labios temblorosos, esta frase: El mundo me es crucificado a mi?l Sólo cuando seamos de tal modo «muertos al mundo», con toda su pompa y placeres pasajeros, podremos sentir la libertad que Pablo conoció. El hecho cierto es que nosotros, los seguidores de Cristo, respetamos al mundo, sus opiniones, alabanzas y títulos. Un crítico moderno dijo que los creyentes tenemos «el oro como nuestro Dios y la ciencia como credo». (El que se enoje es que le duele.) Sin embargo, en este mismo año de gracia conozco algunos creyentes de ambos lados del Atlántico que visten trajes de segunda mano a fin de ahorrar su dinero para la obra de Dios y que, como Pablo, se hacen necios por amor al Evangelio.

Este bendito hombre de Dios, para quien el mundo le era crucificado, era considerado como «loco». Sin embargo, Pablo presentó de tal modo su mensaje que otros buscaron su muerte porque su «negocio corría peligro». ¡Estos benditos apóstoles, con su santo y saludable desprecio del mundo, cómo nos avergüenzan! Como dijo cierto poeta:

Siguieron la senda que asciende hacia el cielo Con grandes peligros, angustia y dolor. ¡Oh Dios!, danos gracia, Espíritu y celo A fin de seguirles con igual fervor.

Pronto vendrá el «adiós a la mortalidad y bienvenida a la eternidad». Por esto te deseo, querido lector, un año de abnegado servicio para Aquel que tanto se sacrificó por nosotros, para que nosotros también podamos terminar nuestra carrera con gozo.



Hermanos, ¿vale la pena hacer tanto ruido juntándonos noche tras noche y mes tras mes, si nosotros mismos no estamos bien con Dios? Yo debo preguntarme a mí mismo: ¿es mi corazón puro?, ¿son mis manos limpias?
Comentario del Despertamiento en las Nuevas Hébridas.


Mi alma pide con fervor hacer tu voluntad, Pues si moriste Tú por mí, ¿qué me podrás negar?
Desconocido

El lugar de oración es fructífero lugar Do el Espíritu cobija, con cuidado maternal, Los mejores pensamientos que se hacen realidad. Los engendramientos de almas tan sólo tienen lugar En la cámara secreta de la oración, nada más.
Harold Brokke

El despertamiento no es más milagro que una cosecha de trigo. El despertamiento viene del cielo cuando almas heroicas entran en conflicto, determinadas a vencer o morir, o si es necesario, vencer y morir. «En el Reino de los cielos hace fuerza y los valientes lo arrebatan.»
Carlos C. Finney


La causa de Dios está encargada a los hombres. Dios mismo confía en los hombres. Los hombres de oración son los vicerregentes de Dios, que hacen su obra y llevan adelante sus planes.
E. M. Bounds

La oración es el remedio soberano.
Roberto Hall

La oración es el ácido que prueba la devoción.
Samuel Chadwick

Conocido en el infierno / Leonard Ravenhill

Publicado por Daniel Lopez | Etiquetas: | Posted On at 11:37


Por Leonard Ravenhill

Algunos predicadores dominan sus asuntos y algunos asuntos dominan al predicador. De vez en cuando encontramos algún predicador que es dueño de ambas cosas y domina también su asunto.
El apóstol Pablo era de esta categoría. Miremos a Pablo en Efeso (Hechos 19): Siete hombres están tratando de usar una fórmula religiosa sobré una víctima del tipo de la de Gadara (1), pero el usar términos teológicos o versículos de la Biblia contra hombres poseídos por el demonio es-tan ineficaz como lanzar bolas de nieve contra el peñón de Gibraltar con la esperanza de derribarlo. Un solo hombre controlado por el demonio fue un pugilista capaz de propinar una buena paliza a los siete tontos psicópatas. Mientras los siete hijos de Sceva huían por las calles descamisados y avergonzados, el hombre poseído por el espíritu inmundo aumentaba su guardarropía con siete trajes. Por esto los siete fugitivos, heridos y temerosos, se vieron obligados a contar la historia. De este modo Dios tornó su locura en gloria para Cristo, pues el nombre del Señor fue grandemente temido y ensalzado. Muchos espiritistas de aquella época fueron convertidos; judíos y griegos fueron salvos. Y en una hoguera pública destrozaron y quemaron libros de falsos cultos por valor de 50.000 piezas de plata.

Así se cumplió: «La ira del hombre te acarreará alabanza.» Escuchad el testimonio del demonio: «A Jesús conozco y sé quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois?» Esta es la más alta alabanza que la tierra o el infierno

(1) Mateo 8:1-34.

pueden conceder a una persona: ser considerado por el enemigo como identificado con Jesús. ¿Cómo consiguió esto el apóstol Pablo? ¿Por qué los demonios conocían a Pablo? ¿Es que le habían apaleado también a él, o él les había apaleado a ellos? ¡Ciertamente! Considerad por un momento la historia de Pablo. Dios y Pablo estaban en términos muy íntimos. Le habían sido concedidas grandes revelaciones, sus servidores eran ángeles y sus humildes manos eran en gran manera poderosas. Sus palabras llenas de poder del Espíritu de Dios rompieron los grillos del alma de una muchacha atada por el demonio, a la cual los hombres usaban como adivina. En Corinto, la ciudad más corrompida del mundo greco-romano,, este poderoso Pablo cavó cimientos en el «Pantano del Desaliento» y a las mismas puertas de la corte diabólica estableció una iglesia. Más tarde arrebató almas frente a las mismas narices de César: miembros de su propia corte. Ante los reyes Pablo se hallaba como en su casa, pues dijo: «Me siento por dichoso, oh rey Agripa.» Pablo trastornó, asimismo, la capital intelectual del mundo (la colina de Marte) hablándoles de una verdad, la de la resurrección, que confundió a sus cultos oyentes. Mientras Pablo vivió, el infierno no tuvo paz.

¿Cuál era la armadura de Pablo? ¿Dónde había afilado su espada? Más de una vez Pablo usó la expresión: «Estoy persuadido», y aquí radicaba su secreto. Verdades reveladas le habían hecho sabio. La Palabra, como el Señor mismo, son inmutables. El áncora de Pablo estaba echada en las profundidades de la fidelidad de Dios. Su hacha de batalla era la Palabra del Señor; su fortaleza, la fe en esta Palabra. El Espíritu avisaba a Pablo de la próxima estrategia del adversario, cuyas maquinaciones no le eran ocultas; por esto el infierno sufría derrotas. Cuando unos hombres impíos quisieron asesinar a Pablo, un muchachito descubrió el complot y los hombres y los demonios tuvieron un fracaso.

La espiritualidad, que salva a los hombres del infierno y los preserva de pecados vulgares, es maravillosa, pero yo creo elemental. Cuando Pablo fue a la cruz, el milagro de la conversión y regeneración tuvo lugar; pero cuando más tarde llegó a la cruz, tuvo lugar el mayor milagro, el de su identificación con Cristo. Este es, creo yo, el mayor argumento del apóstol. Ser muerto y vivir al mismo tiempo. «Vosotros sois muertos», escribió Pablo a los Gá-latas. Suponed que aplicamos esta expresión literalmente a nosotros mismos. ¿Somos nosotros muertos"! ¿Muertos a la alabanza y a la crítica? ¿Muertos a la moda y a la opinión humana? ¿Muertos de tal modo que no haya manera de que podamos ser identificados por los que conocían nuestra antigua vida? ¿Muertos de tal modo que no recibamos ofensa si otro obtiene alabanza por aquello que nosotros hicimos? ¡Oh dulce, sublime experiencia la de estar plenamente satisfechos por la presencia de Cristo en nuestras almas y nada más! Así podríamos cantar con Wesley:

Muertos al mundo y a sus vanidades, A sus pompas y vanos goces, Sea Jesús mi única gloria.

Sí, Pablo estaba muerto. Luego añade: «Pero vivo no ya yo.» El cristianismo es la única religión en el mundo en que el Dios de la persona vive dentro de ella. Pablo no luchó más con la carne (ni con la suya ni con la de ningún otro), luchó «contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas.» ¿No arroja esto mucha luz acerca de por qué el demonio dijo: «A Pablo conozco»! Pablo había estado luchando contra los poderes del demonio. (En estos días modernos, el arte de «atar y desatar», al cual Cristo se refiere y que Pablo conocía tan bien, es casi olvidado e ignorado.)

En el último momento de su terrena peregrinación Pablo declaró: «He peleado la "buena batalla".» Los demonios podían haber dicho amén a esta declaración, pues -ellos sufrieron más de Pablo que Pablo de ellos. Pablo era bien conocido en el infierno.

Otra áncora en la cual había Pablo sujetado su alma era en la ira de un Dios santo contra el pecado. «Estando, pues, poseído del temor del Señor, persuadimos a los hombres» (2.a Corintios 5:11). Pablo contaba a los hombres como perdidos. La otra noche vi una proyección luminosa sobre una pantalla, pero estaba borrosa y no significaba nada. Entonces la mano del operador enfocó la imagen. ¡Qué diferencia! Así nosotros, los cristianos, necesitamos la mano divina que enfoque ante nuestros ojos el cuadro de los hombres perdidos por la eternidad. Porque Pablo amaba a su Señor con un amor perfecto, aborrecía el pecado con un odio perfecto. Por esto él veía a los hombres, no sólo como pródigos, sino también como rebeldes; no sólo como náufragos de la justicia, sino como conspiradores en su maldad, que necesitaban ser perdonados o castigados. Con la fiereza de su amor, ardía de ira ante la injusticia de los hombres sujetos al poder de los demonios. Por eso su lema era: «Una cosa hago.» El no tenía intereses personales, no tenía ambiciones, no tenía por qué hacerse popular y apreciado de las gentes para que le invitaran a predicar o compraran sus libros. No tenía ambiciones; por lo tanto, ningún motivo para sentir envidia. No tenía reputación, y por tanto carecía de motivos para pelear con otros. No tenía posesiones, y por tanto no tenía necesidad de preocuparse. No tenía derechos, y por tanto no podía ser agraviado. Ya había sido quebrantado, así que nadie podía quebrantarlo; era muerto, nadie podía matarle. El era el menor entre los menores, así que nadie podía humillarle. Había sufrido la pérdida de todas las cosas, así que nadie podía defraudarle. ¿No echa todo esto alguna luz de por qué el diablo dijera: «A Pablo conozco»? Por causa de este hombre, intoxicado del celo de Dios, el infierno sufría muchos quebraderos de cabeza.

Había todavía otra áncora a la cual el espíritu de este santo hombre se hallaba amarrado, y era la eficacia de la sangre de Jesús y su poder para salvar plenamente. «TODOS pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» —dice—, pero Cristo es poderoso para salvar eternamente a TODOS los que vienen a Dios por El. ¡Oh, que el mundo pueda conocer al Cordero que limpia de todo pecado! Para Pablo no había redención limitada. Era zelote y quería serlo. A la luz de un infierno eterno, ¿qué valor tenían las cosas perecederas? Y, en nuestro tiempo, ¿qué valor tienen los honores humanos? ¿Cuáles son los principios de la perdición? Que ahora mismo los hombres están PERDIDOS exactamente igual como lo serán cuando mueran. Ahora mismo los hombres están en el vértice del gran torbellino de iniquidad que por fin les engullirá al infierno eterno. ¿Es esto verdad? Pablo estaba convencido de que lo era. Entonces, ¡oh brazo del Señor, despiértate, vístete de fortaleza!» (Isaías 51:9) y hazme tu hacha de batalla y tus armas de guerra, me parece oír a Pablo decir.

Otra áncora en la que Pablo estaba asegurado era: «Ausente del cuerpo, pero presente al Señor» (2.a Corintios 5:8). ¡Nada de sueño de las almasl ¡Nada de estado intermedio! De la vida terrena a la vida eterna. Ante el pensamiento de la eternidad, el lenguaje le falta y la imaginación se detiene. Pablo podía escribir de sus azotes, prisiones, ayunos, cansancios, dolores, etc., como «una aflicción momentánea y leve», recompensada por el hecho de: «Así estaremos siempre con el Señor.» Todas las municiones de los demonios eran malgastadas cuando intentaban atacar a Pablo. ¿Os extrañáis de que uno de ellos dijera: «A Pablo conozco»?

La verdad final a la cual Pablo había anclado su propia alma era: «DEBEMOS TODOS COMPARECER ANTE EL TRIBUNAL DE CRISTO» (2.a Corintios 5:10). El vivir ante los valores de la eternidad había quitado a la muerte su aguijón. Viviendo una vida recta (no tan sólo rectamente, sino según el modelo hallado en la Palabra Santa) no se preocupaba del después. Pablo había sido hecho tan semejante a la imagen del Hijo que podía decir: «Lo que habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto haced» (Filipenses 4:9). Copiar de otras copias, por lo general no es seguro; pero es seguro copiar de Pablo, pues él estaba plenamente rendido, totalmente santificado, completamente perfecto y «completo en Cristo».

¿Os extraña todavía que un demonio dijera: «A Pablo conozco»? ¡A mí no!

Restauracion / Joe Sanchez

Publicado por Daniel Lopez | Etiquetas: , | Posted On at 11:31


Canticos espirituales donde Dios habla a Su pueblo.

Descargue aqui desde:

Sube a la torre atalaya-Joe Sanchez

Publicado por Daniel Lopez | Etiquetas: , | Posted On at 10:11

Preciosos canticos profeticos donde Dios habla a su pueblo.

Descargue Haciendo un clip en la cancion.

01 - Sube A La Torre Atalaya.mp3

02 - Porque Aún Lo Negarás.mp3

03 - Jehová, Mira Porque Se Dicen Tu Pueblo.mp3

04 - por amor de sion no callare.mp3

05 - Me Sedujiste.mp3

06 - ser un faro envia el fuego.mp3

07 - manada pequeña.mp3

08 - moises el escogido de Dios.mp3

09 - jose.mp3

10 - Quiero Ser Fiel.mp3

12 - jeremias 1519.mp3

13 - Aviva Tu Obra En Medio De Los Tiempos.mp3

14 - perdoname.mp3

Por qué no llega el avivamiento - Leonard Ravenhill

Publicado por Daniel Lopez | Etiquetas: | Posted On at 10:04



Por qué no llega el avivamiento es una obra clásica, sobre la vida cristiana normal, la oración, la búsqueda de Dios, los cambios que verdaderamente una persona necesita, y sobre los valores eternos. Por qué no llega el avivamiento es una denuncia a la tibieza, a la necesidad de profundidad espiritual, a la escasez de compromiso. Por qué no llega el avivamiento es una invitación a la búsqueda de unción, de fuego, de almas ardientes por la Gloria de Dios.

El clamor del autor es: Dios, dame avivamiento en mi alma, en mi iglesia, en mi nación, o dame la muerte.

Les comparto el PDF para que lo descarguen

Aqui

http://www.fundacionmovilidad.es:8080/admon/spaw/uploads/images/IMAGEN%20pdf_0.jpg



Las grandes empresas industriales suelen tener empleados que solamente son necesarios en caso de ocurrir un desperfecto. Cuando algo va mal en la maquinaria, estos hombres se ponen en acción para localizar el defecto, lo reparan y la máquina vuelve a funcionar. Para estos técnicos el trabajo rutinario no es de interés. Son especialistas en descubrir y reparar desperfectos.

En el Reino de Dios sucede también así. Dios tiene siempre especialistas cuyo principal objetivo ha sido y es reparar la catástrofe moral; el deterioro en la salud espiritual de las naciones o de la Iglesia. Hombres como Elías, Jeremías, Malaquias y otros de la misma talla han aparecido en momentos críticos de la historia para reprender y exhortar en nombre de Dios y de la Justicia.

Miles de ministros religiosos del tipo común, pastores, maestros, podían trabajar quietamente casi sin ser notados mientras, la vida espiritual de Israel o de la Iglesia era normal. Pero en cuanto el pueblo de Dios se ha apartado de las sendas de la verdad, inmediatamente han aparecido los especialistas de Dios casi de la nada. Su instinto, capacitado para la dificultad, les trajo en ayuda del Señor y de Israel.

Tales hombres han sido drásticos, radicales, a veces casi violentos, y la muchedumbre de curiosos que les rodeaba pronto les tildaron de fanáticos, extremistas y negativos. Hasta cierto punto tenían razón. Eran hombres de mente sencilla, serenos, intrépidos, y éstas eran las cualidades que la ocasión demandaba. Chocaban con algunos, ofendían a otros con sus palabras; pero ellos sabían Quién les había llamado y a qué eran enviados. Su ministerio era de emergencia, y este hecho les hacía diferentes, únicos. Con tales hombres tiene la Iglesia una gran deuda imposible de pagar. La cosa curiosa es que no se les paga mientras viven, pero la próxima generación adorna sus sepulcros y escribe sus biografías como para descargarse de un deber que la pasada generación olvidó.

Los que conocen a Leonardo Ravenhill reconocerán en él a uno de estos especialistas religiosos; a un hombre enviado por Dios, no para llevar a cabo la tarea normal de la Iglesia, sino para desafiar a los sacerdotes de Baal en la cumbre de su montaña eclesiástica, reprochar a los descuidados ministros del altar, afrontar a los falsos profetas y advertir al pueblo por ellos extraviado.
Tales hombres no son compañeros fáciles. El evangelista profesional que abandona rápidamente la reunión al terminar para correr a un lujoso restaurante con algunos admiradores a festejar el éxito de su elocuencia y contar divertidos chistes, encontrará una verdadera pesadilla en un tal servidor de Dios que no puede desligarse de su sagrado deber como quien da vuelta a una manivela. El hecho de que insista en mostrarse como un cristiano y servidor de Dios en todo tiempo le hace diferente.

Con Leonardo Ravenhill es imposible ser neutral. Sus conocidos se dividen netamente en dos clases: los que le aman y admiran hasta lo sumo, y los que le aborrecen con acentuado desprecio. Y lo que ocurre con la persona ocurre con sus libros, y particularmente con el que tienes en la mano. Sus lectores, o bien tienen que cerrarlo y correr a un lugar de oración, o se sentirán impulsados a hacerlo pedazos, cerrando su corazón a sus llamamientos y advertencias.
No todos los libros, ni siquiera todos los libros buenos, vienen como una voz de lo Alto: pero yo siento que con éste es así. Lo es porque su autor reside en las alturas, y el espíritu del autor transpira por todas sus páginas.

A.W. Tozer


Aleluya, el que no baja este libro es una pelota de carne sin espíritu.

THATS MY KING(ESPAÑOL)

Publicado por Daniel Lopez | Etiquetas: | Posted On at 10:00

David Wilkerson - Un llamado a la angustia (subtítulos)

Publicado por Daniel Lopez | Etiquetas: | Posted On at 9:58

Leonard Ravenhill - Agonía

Publicado por Daniel Lopez | Etiquetas: | Posted On at 9:57

EL ESPEJO DE LOS MÁRTIRES

Publicado por Daniel Lopez | Etiquetas: | Posted On at 9:15

Con pasos lentos iremos por un largo viaje, un viaje maravilloso y a la vez triste… ¿Qué cosas hallaremos en el camino, queridos amigos? Ciertamente nada que agrada a los deseos humanos o la carne; el fuego nos amenaza por un lado y las aguas profundas por el otro; y en medio de ambos solamente se encuentran el cadalso sangriento: las horcas, las estacas e innumerables instrumentos horribles de la muerte y la tortura, los cuales someten a las personas a una muerte lenta, que equivale a morir mil veces. Se ve un grupo enteramente compuesto de cuerpos quemados, ahogados, decapitados o martirizados de alguna u otra manera; así pues, tenemos que caminar por en medio de cráneos y esqueletos: vemos sangre púrpura que parece fluir como arroyos, a veces hasta como ríos grandes.

Sin embargo, nuestros corazones se llenan de gozo, nos deleitamos en este viaje, y nos revestimos de vida en los valles de la muerte; porque aquí está la entrada a los cielos, la puerta al bendito palacio; una puerta verdaderamente estrecha, en cuyos postes quedan adheridos la carne y la sangre; pero por esta puerta se entra a espaciosas moradas celestiales y al jardín infinito y eterno del bendito paraíso…

Todo esto se siente en el alma, aunque los cuerpos sufran una gran angustia; pues pronto termina. ¿No debemos anhelar este viaje? ¡Por supuesto! Entonces sigamos adelante. Que el Señor nos guíe y enseñe el camino correcto.

“El que desea seguir a Cristo tiene que ignorar el desprecio de este mundo: tiene que llevar su cruz. No hay otro camino que lleva al cielo.” Un anabaptista anónimo

De “Martyr’s mirror”
Thielman Jans van Braght, 1659 d.C
Traducido por Olen Yutzy y Anthony Hurtado bajo el título “El espejo de los mártires”
Setiembre del 2010, Lima-Perú

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  • CAPÍTULOS del 1 al 7 en DOC. WORD
  • CAPÍTULOS del 8 al 14 en DOC. WORD
  • CONTENIDO



  • Prefacio a la presente traducción


  • Introducción
  • PRIMERA PARTE
    LOS MÁRTIRES EN EL PERIODO DE LA IGLESIA PRIMITIVA



  • 1. Los mártires del siglo I


  • 2. Los mártires del siglo II


  • 3. Los mártires del siglo III


  • 4. Los mártires del siglo IV
  • SEGUNDA PARTE
    LOS MÁRTIRES EN LA EDAD OSCURA



  • 5. Los mártires de los siglos V-XV (400-1500 d.C)
  • TERCERA PARTE
    LOS MÁRTIRES ANABAPTISTAS DEL SIGLO XVI (1500-1600 d.C)



  • ¿Quiénes eran los anabaptistas?


  • 6. Los mártires de 1520-30 d.C


  • 7. Los mártires de 1531-40 d.C


  • 8. Los mártires de 1541-50 d.C


  • 9. Los mártires de 1551-56 d.C


  • 10. Los mártires de 1557-58 d.C


  • 11. Los mártires de 1559-65 d.C


  • 12. Los mártires de 1566-69 d.C


  • 13. Los mártires de 1570-73 d.C


  • 14. Los mártires de 1573-92 d.C


  • Índice general
  • Traducido por Olen Yutzy y Anthony Hurtado

    John Owen: El príncipe de los puritanos

    Publicado por Daniel Lopez | Etiquetas: | Posted On at 5:49



    ¿Quién era Juan Owen y por qué es importante él para el ministro pentecostal de hoy?
    Por William P. Farley

    El pastor pentecostal moderno puede suponer que tiene
    poco en común con los puritanos del siglo 17. Después
    de todo, ¿no eran rígidos, hipócritas que odiaban el
    baile, avergonzando a los pecadores con los A escarlatas,
    y viviendo vidas duras desprovistas de poder espiritual?
    De hecho, la verdad es una historia
    diferente. Probablemente ningún otro grupo cristiano
    ha pasado más tiempo enfatizando la obra del Espíritu
    Santo y la necesidad de la experiencia
    espiritual. Combinando una profunda perspicacia
    bíblica con un interés intenso en la obra experimental
    del Espíritu Santo, el puritanismo (1560-1660) era la
    cumbre de la Reformación. Han cambiado las cosas
    desde entonces, pero según la perspectiva de este autor
    nunca han regresado al nivel ocupado por los puritanos
    ingleses.
    Estamos en gran deuda con los puritanos. Su paradigma profundamente bíblico facilitó
    la matriz de presuposiciones donde se basa la gran mayoría de los derechos y privilegios
    del mundo Oeste. El puritanismo era la era de Newton, Bunyan, Milton, Cromwell,
    Locke, Owen, y otros cambiadores de la generación.
    Por ejemplo, en la tradición rica del puritanismo con sus presuposiciones cristianas de
    un universo ordenado germinaba la Sociedad Real de Londres y la ciencia moderna. De
    la ética del trabajo puritana inglesa bíblicamente inspirada las semillas del capitalismo
    moderno han echado raíces y florecido. Del crisol de la guerra civil inglesa inspirada por
    los puritanos (1640) la libertad religiosa, como la conocemos hoy, apareció por primera
    vez en el escenario de la vida moderna, y el derecho divino de los reyes recibió un golpe
    fatal del cual nunca a se ha podido recuperar. (Los escritos de Juan Locke, un hijo de
    puritanos, grandemente influenciaban la Guerra de Independencia de los Estados
    Unidos.)
    También era una era de profundos pensamientos bíblicos. La mayoría de las personas
    se consideran que Juan Owen (1616-83), contemporáneo con Bunyan y Cromwell, era el
    mejor santo puritano. De hecho, muchos lo consideran el mejor pensador teológico de
    Inglaterra. Según la opinión de C. H. Spurgeon, él era "quizás el santo más profundo
    que jamás ha vivido."1 Si el puritanismo era la cumbre de la teología bíblica, y Owen era
    el más grande y original pensador, entonces su vida merece nuestra consideración. Hoy,
    más de 300 años después de su muerte, sus obras todavía están publicadas. ¿Quién era
    Juan Owen y por qué es importante él para el ministro pentecostal de hoy?
    LA JUVENTUD DE OWEN2
    John Owen
    Juan Owen nació hijo de un pastor puritano en 1616. Su intelecto inmenso se impuso a
    una edad temprana. Un niño prodigio, sus padres le inscribieron en la Universidad de
    Oxford a la edad de 12 años donde fue otorgado su Licenciatura en Filosofía y Letras a la
    edad de 16 años y su Maestría a los 19 años. Era un hombre de disciplina
    estricta. Poseía una gran ambición mundana, pero faltaba el conocimiento de la
    salvación. Como alumno, él solamente se permitía a sí mismo dormir por 4 horas cada
    noche, esperando que sus trabajos le consiguieran favor y posición con los hombres.
    Cuando tenía aproximadamente 25 años, Dios empezó a obrar en su
    conciencia. Dudando de su conversión, él fue a escuchar al Dr. Edmund Calumny, un
    predicador muy conocido. Para la decepción de Owen, un pastor no conocido estaba
    predicando en el púlpito de Calumny ese día. Sus amigos desanimados quisieron salir
    pero Owen estuvo demasiado cansado, entonces se quedó. El texto del predicador fue
    Mateo 8:26, "¿Por qué teméis, hombres de poca fe?" Mientras Owen escuchaba el
    Espíritu Santo obró en poder. Él salió un hombre nuevo.
    Durante este tiempo la comunidad de la Universidad de Oxford estaba dividida. El
    Obispo Laud, famoso por el tribunal de Star Chamber, poco antes había sido nombrado
    Rector de la universidad. Él era un Anglicano dogmático. Estaba en favor de una
    iglesia nacional controlada por el Estado, lo que los puritanos llamaban "papismo" - un
    énfasis en la alabanza externa como las vestiduras, incienso, campanas, la señal de la
    cruz, y los libros de oración. Los puritanos estaban en favor de la simplicidad - no
    añadiendo nada a la alabanza que no estaba mencionado explícitamente en la Escritura.
    Owen se puso de parte de los puritanos e inmediatamente cayó en desgracia con Laud y
    su partido. Salió de Oxford sin terminar su segunda licenciatura (en divinidades). En
    ese entonces, la iglesia del pueblo Fordham, y luego Coggeshall, lo llamaron a ser el
    pastor. Dios bendecía sus predicaciones. Regularmente predicaba a grupos de 2,000
    personas los domingos - una congregación inmensa en el siglo 17.
    Durante este tiempo se casó con Mary Rooke. Conocemos muy poco de su matrimonio
    salvo que tuvieron 11 hijos. Diez de ellos murieron en la infancia - imagínese el dolor y
    angustia. El undécimo sobrevivió a la edad adulta, tuvo un matrimonio infeliz, volvió a
    casa, y poco después murió de tuberculosis. Como su Señor, Owen era un varón de
    dolores, experimentado en quebranto.
    SU VIDA PÚBLICA
    Cuando Owen tenía mas de treinta años la guerra civil en Inglaterra proseguía con furia
    entre el Parlamento dominado por los puritanos y el Rey Carlos I. Juan Bunyan servía
    como soldado de infantería en el ejército del Parlamento, y el genio Oliver Cromwell se
    imponía en el campo de batalla.
    En 1648, cuando Owen tenía 32 años, uno de los generales del Parlamento, Fairfax,
    cambió de sitio el cuartel general a Coggeshall donde Owen vivía y predicaba. Fairfax
    asistía la iglesia de Owen, y se hicieron amigos. Desde este entonces, el Parlamento lo
    invitaba cada vez más para predicar en las reuniones de la asamblea. La mayoría que
    asistían eran protestantes y les encantaba una buena predicación bíblica.
    Esto dirigió a uno de los eventos más importantes de su vida. En enero de 1649, el día
    después de la decapitación de Carlos I, el Parlamento pidió que Owen predicara. Era un
    trabajo ingrato. La tensión era alta. Owen estaba bajo presión severa para ponerse de
    parte del Parlamento o los amigos del rey. No hizo ninguno de los dos.
    Su sermón fue publicado, y él aprovechaba esta oportunidad para pedir a Inglaterra y sus
    gobernantes que consideraran la tolerancia religiosa. Muchas personas no valoran la
    libertad religiosa, pero en los días de Owen los disidentes fueron frecuentemente
    ejecutados. Owen luchaba en contra de esta práctica y pidió la tolerancia de las
    denominaciones cristianas. Él se anticipó a su época.
    LOS AÑOS EN OXFORD
    Durante la guerra civil, el Rey Carlos había establecido el cuartel general de su ejercito en
    Oxford. El ejercito maltrataba las instalaciones y ahora estaban hechas un desastre. En
    1650, el Parlamento nombró a Owen el decano de Christ Church, una de las
    universidades más prestigiosas de Oxford, y de 1652 a 1657 él servía como el vice-rector
    (presidente) de la universidad. Él restableció la buena reputación de Oxford al
    reconstruir sus instalaciones y emplear hombres devotos tales como Juan Howe, Tomás
    Goodwin, Esteban Charnock, y Felipe Henry (el padre de Mateo Henry) para enseñar el
    creciente número de alumnos.
    Durante estos años, Cromwell frecuentemente pedía que Owen visitara a Londres para
    consultarlo acerca de los asuntos de iglesia y estado. Dado todas estas
    responsabilidades, su productividad deja anonado el corazón débil. Además de todas
    sus otras responsabilidades, él publicó De Iustitia , una obra sobre la justicia de Dios;
    Theologouma Pantodapa , el material de las clases que enseñaba en Oxford,
    Biblical Theology , y tres obras todavía muy conocidas hoy, Mortification,
    Temptation , y Communion With God .
    Uno de sus enemigos describió sus predicaciones en este periodo de su vida al escribir,
    "Su personaje era correcto y atractivo y él tenía una comportamiento muy digno en el
    púlpito, una elocución elegante, una conducta encantadora e insinuante y podía por la
    persuasión de su oratoria... tocar y ganar la afección de sus admiradores casi como él
    quería."3
    LOS ÚLTIMOS AÑOS
    Al final de los años 1650, Owen se retiró de Oxford y fue a vivir en el pueblo cercano de
    Stadhampton, donde inició una iglesia en su casa.
    En 1658 Cromwell murió y la situación política rápidamente desestabilizó. En 1660, el
    ejército llamó a Carlos II, el hijo de Carlos I, para asumir la monarquía de su
    padre. Parecía como si todos los principios por los cuales los puritanos habían trabajado
    y luchado pronto serían desechos.
    Carlos y el Parlamento empezaron a perseguir a los puritanos. Owen sufrió la pérdida
    de su posición económica y su prestigio. Se mudó a Londres a pastorear una pequeña
    iglesia independiente. Él seguía en esta posición durante los próximos 20 años.
    Poco a poco la situación espiritual empezó a mejorar. En 1671, Carlos II promulgó la
    "Declaración de indulgencia" concediendo la tolerancia a los católicos romanos y los
    independientes como Owen. Era durante este tiempo que Owen se hizo amigos con
    Bunyan. De hecho, cuando Bunyan no podía encontrar una editorial, Owen convenció a
    su propio editor a publicar la primera edición de The Pilgrim 's Progress .
    Durante estos años Owen trabajaba sin cesar. Además de otras obras, él escribió su
    comentario monumental de volúmenes múltiples Epistle to the Hebrews, a
    Discourse on the Holy Spirit, Apostasy (1676), Justification by Faith (1677),
    The Person of Christ (1678), y The Grace and Duty of Being Spiritually-
    minded .
    Cuando tenía 60 años en 1676, su esposa amada, Mary, murió. Para alguien del siglo 17,
    Owen era ahora un anciano; su salud empezó a debilitarse. Padeció de ataques de gota y
    problemas del estómago. Pero su ética del trabajo tremendo seguía sin
    disminución. Durante el año antes de su muerte él escribió, Meditations and
    Discourses on the Glory of Christ . Su editor lo estaba revisando cuando Owen
    estaba en su lecho de muerte.
    Su última carta escrita a un buen amigo en agosto de 1683 ilumina su pasión por
    Cristo. "Voy a ir a Él quien mi alma ha amado, o mejor dicho que me ha amado a mí con
    un amor eterno; el cual es la base completa de todo mi consuelo... Estoy abandonando el
    barco durante una gran tormenta, pero mientras el gran Capitán esté presente, la
    pérdida de un pobre remero será insignificante."4 Murió unos días después a la edad de
    67 años.
    SU TEOLOGÍA
    La teología bíblica era su primer amor y pasión. Él no se consideraba un filósofo o
    erudito, sino primero y principalmente un expositor de la Palabra de Dios. Aunque era
    un calvinista por convicción, como eran casi todos sus semejantes, sus pensamientos no
    eran secos, sino llenos del poder del Espíritu Santo. Mantenía un interés intenso en la
    experiencia espiritual, basado en las grandes verdades de la Escritura y expresado por el
    poder de Dios en la predicación bíblica. Como la mayoría de los grandes pensadores
    cristianos él se enfocaba en los temas mayores - la trinidad, justificación por fe, y la
    gloria de Cristo. Él se consideraba primeramente un pastor de almas, no un erudito.
    SU CARÁCTER
    Como la mayoría de los grandes pensadores, él se dedicó al conocimiento con los motivos
    correctos. La razón que Owen estudiaba la teología era para mejorar su comunión
    secreto con Dios. ¿Podemos nosotros decir lo mismo? Él escribió, "Cuando el corazón
    está moldeado por la misma doctrina que la mente abraza; cuando la evidencia y
    necesidad de la verdad moran en... nuestros corazones; cuando tenemos comunión con
    Dios en la doctrina que afirmamos - entonces seremos guarnecidos por la gracia de
    Dios."5
    Segundo, él aprendió como regocijarse en las grandes dificultades. A pesar de la muerte
    de 11 hijos, su sufrimiento y persecución bajo Carlos II, responsabilidades intensas, y
    grandes presiones, él cultivaba una actitud alegre, gozosa, y agradecida.
    Tercero, él tenía un corazón de siervo que fue evidente en su tremenda ética de
    trabajo. Él se entregó completamente a la causa de Cristo y su reino.
    Cuarto, sus estudios bíblicos lo dirigían a desarrollar una humildad profunda. Él se
    conocía en la luz de Cristo. Escribió, "La responsabilidad de la fe es llenar el alma con
    pensamientos tales como: Yo no soy nada; un pobre gusano a la disposición de Dios;
    perdido, si no encontrado por Cristo; - no he hecho ni haré nada que me hace digno de
    ser aceptado por Dios."6 Así este gran intelecto se veía a sí mismo ante Dios.
    LECCIONES
    ¿Cuáles lecciones hemos aprendido de la vida de Owen? Primero, su vida demuestra lo
    que puede suceder cuando Dios une un gran intelecto con una profunda ética de
    trabajo. Su obra de 28 volúmenes muestra el valor de estas virtudes. Es profunda,
    sustanciosa, y tiene un valor eterno. La mayoría de la literatura cristiana publicada en
    este año estará agotada en 10 años, pero es probable que los hombres estarán leyendo los
    escritos de Owen en 200 años.
    Segundo, vemos el valor de integrar la erudición con la obra y responsabilidad
    pastoral. Como Lutero, Calvino, Edwards, y Bunyan, Owen se consideraba
    primeramente pastor. Puso un gran énfasis en la predicación. Como fue el caso con
    Calvino y Lutero, sus contactos pastorales con la gente proveían un balance y perspectiva
    que grandemente apoderaba sus escritos teológicos. Él evitaba las distracciones de la
    administración y consejería para dedicarse a la predicación y su escritos, una obra que
    cambiaba vidas poderosamente.
    Tercero, la vida de Owen nos recuerda que la disciplina de Dios producirá un fruto
    precioso en los que están entrenados en ella. Nadie va a querer experimentar los
    sufrimientos y dificultades de Owen, pero si lleguen, que los soportemos con gozo y fe.
    Owen nos dejó con poca información personal. Después de su muerte, sus diarios y la
    mayoría de sus cartas fueron perdidos. Se puede conocer a Owen al leer sus sermones y
    The Glory of Christ . Se puede comprar sus escritos en C.D. por aproximadamente
    $30 de Ages Software, http://www.ageslibrary.com. Por cientos de dólares se puede
    comprar los 28 volúmenes de Owen publicados por Banner of Truth. Un manual básico
    que puede servir de ayuda es John Owen, The Man and His Theology , editado por
    R. W. Oliver, Evangelical Press.
    William P. Farley es pastor de Grace Christian Fellowship en Spokane,
    Washington. Él es autor de For His Glory, Pinnacle Press, y
    Outrageous Mercy, Baker. Puede comunicarse con él al llamar 509-
    448-3979.
    Notas
    1. C. H. Spurgeon, Metropolitan Tabernacle , vol. 46, (Rio, Wis.: Ages, 1998-2001), 644.
    2. Para biografías actualizadas vea Andrew Thomson, John Owen (Fern, Great Britain: Christian Focus, 1996), y R. W. Oliver, ed.,
    John Owen: The Man and His Theology (Darlington, England: Evangelical Press, 2002).
    3. Oliver, 24.
    4. Oliver, 36.
    5. The Works of John Owen , vol. 12, (Rio, Wis.: Ages, 2000), 73.
    6. The Works of John Owen , vol. 9, (Rio, Wis.: Ages, 2000), 152 (énfasis del autor).